La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego antiguo
ἠθικός, o transcrito a nuestro alfabeto, "êthicos". Según algunos
autores, es correcto diferenciar "êthos", que significa "carácter", de
"ethos", que significa "costumbre", pues "ética" se sigue de aquel
sentido y no es éste.
Según una corriente «clásica», la ética tiene como objeto los actos
que el ser humano realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos
actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se
limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un
juicio sobre estos, que permite determinar si un acto ha sido éticamente
bueno o éticamente malo.
Fernando Savater, en el primer capítulo de su libro Ética para Amador
(«De qué va la ética»), define la ética como «el arte de vivir, el
saber vivir, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene (lo
bueno) y lo que no nos conviene (lo malo)».
Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo
que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos
coinciden o no con lo que serían el bien y el mal en sí.
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